amaranto[1]1

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AMARANTO

Fue una especie usada por los incas y culturas anteriores. En la zona andina, la kiwicha o Amaranthus caudatus aparece en tumbas de más de cuatro mil años de antigüedad, demostrándose así su domesticación hace milenios.

Denominación en latin:
Amaranthus sp


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El amaranto fue una planta de alta consideración en los pueblos precolombinos. Las muestras arqueológicas de granos de amaranto o Amaranthus cruentus, hallados en Tehuacán, Puebla, indican que probablemente se originó en América Central y del Sur. La producción del grano estuvo en su máximo apogeo durante los periodos maya y azteca en Norteamérica. Los mayas quizás fueron los primeros en usarlo como cultivo de alto rendimiento, apreciando especialmente su valor alimenticio. Los aztecas lo conocían como “huautli” y lo ligaban con sus ritos religiosos. Los incas lo denominaron “kiwicha” (pequeño gigante) y lo respetaban principalmente por sus poderes curativos. En la época prehispánica los amarantos se sembraban junto con otras plantas en las chinampas, ya que era usado como alimento de familias completas y la consumían todos los estratos sociales. El amaranto era, por lo tanto, un alimento de gran consumo y altamente apreciado. A su vez, los indígenas le atribuían propiedades vigorizantes, afrodisíacas y hasta esotéricas, considerándolo una semilla sagrada, la cual utilizaban en los rituales de sus ceremonias religiosas. Era parte de las ofrendas que se entregaban a los dioses, a los gobernantes y a los muertos en las tumbas.